El origen es inseparable del malentendido. ¿Podemos saber realmente de dónde venimos? ¿Por qué somos nosotros mismos y no otra persona? ¿Por qué ahora y no en otro momento? ¿Por qué aquí y no en otro lugar? Pudo haber sido otro espermatozoide, otro óvulo, otro hombre, otra mujer, en otra época, en otra ciudad, en otro país.
¿Qué preside la concepción de un niño? Por supuesto que existe el deseo de tener un hijo, siempre que haya estado presente. Esta es quizás la dimensión principal de un posible acceso al origen, más que cualquier otro dato. El origen no puede reducirse solamente a sus dimensiones biológicas. En los casos de donación de gametos, la reivindicación de un acceso al origen no puede limitarse únicamente a los datos del donante, como si el deseo de los padres que tuvieron la intención sólo contara en segundo lugar
La cuestión del origen puede ser una fuente inagotable de malentendidos, más aún hoy en día, tras los nuevos usos de la procreación médicamente asistida en las demandas sociales, por ejemplo, para parejas de mujeres, mujeres solteras, parejas de hombres, hombres solteros o personas transgénero.
Donación de gametos y malentendidos del origen
Un ejemplo de malentendido se produce alrededor de lo que se conoce como acceso al origen en casos de donación de gametos, con los debates en lo referente al levantamiento del anonimato. Finalmente, no hay nada más anónimo que los gametos. Designar al donante de esperma como padre biológico introduce un malentendido sobre la transmisión. El origen es también el deseo de tener un hijo de quienes querían concebir un hijo. La transmisión entraña otras dimensiones además de la biológica. El padre no puede ser atribuido al esperma. Asimismo, la madre no puede ser reducida al óvulo. Hacer recaer el origen en los gametos, incluso en la barriga de quien hubiera llevado al niño en caso de gestación subrogada, es caer en un malentendido total; haciendo que el proyecto de quienes decidieron pasar por una donación pase a segundo plano, borrando su deseo, su historia y su intención. Por no hablar del hecho de que, sea cual sea el modo de origen, sigue correspondiendo al niño poder adoptar el suyo, lo que implica también ser el adoptado de un deseo.
Procreación y predicción
El uso social de la procreación asistida puede generalizar de forma progresiva un nexo entre procreación y predicción. Incluso se podría imaginar que los futuros marginados podrían ser paradójicamente los heterosexuales que llegarían a ser los últimos en poder procrear sin asistencia médica y, por lo tanto ¡sin ningún vínculo con un proceso de predicción! Con la secuenciación del genoma, entra en juego la posibilidad de valoraciones pre-conceptuales: determinar los riesgos, apostar por el potencial – la herencia genética podría tomar el lugar de otras formas de herencia y dar juego a nuevas formas de alianza.
El vínculo entre predicción y procreación también podría poner en peligro el sistema sanitario, que se basa precisamente en un no saber que permite la solidaridad y la reciprocidad. Ante el hecho de que nadie sabe lo que le podría pasar, todos se comprometen a pagar por todos. Tan pronto como sabemos por el hecho de la predicción, se establece una estratificación, con efectos de segregación, en todo caso, una distinción entre «ellos y nosotros», haciendo estallar los sistemas de salud – por lo tanto, se producen cambios que van mucho más allá de las demandas sociales de procreación.
Procreación transgénero
Las tecnologías contemporáneas también permiten actuar sobre el género, gracias a las terapias hormonales y a los progresos de la cirugía plástica. Los gametos también se pueden conservar más allá del cambio de género. Así, un hombre devenido mujer, que ha conservado sus espermatozoides, puede procrear. Entonces, podría reclamar que se le reconozca como padre siendo mujer. Una mujer que ha devenido hombre podría igualmente utilizar sus ovocitos vitrificados, y pedir que se la reconozca como madre, sobre todo si lleva en el útero que habría conservado a pesar del cambio de género, al niño – como ya ocurrió con el famoso Thomas Beatie, FtoM que mantuvo el útero y dio a luz a sus tres hijos. Así, podemos tener padres que son mujeres, o madres que son hombres, trastocando los hitos a través de nuevas formas de manejar la diferencia de los sexos posibilitados por las nuevas biotecnologías, abriendo a nuevos malentendidos inéditos en el origen.
Espiral entre fantasma y biotecnologías
Las biotecnologías permiten hoy realizar concretamente, en la realidad, lo que era hasta aquí imaginado en escenarios fantasmáticos. Hemos entrado en una era en la cual el fantasma tiende a devenir realidad, al punto que la propia realidad parece devenir fantasma. [1]
La técnica permite realizar concretamente un fantasma. Incluso si no podemos medir aún los efectos, enganchado cada uno con pasión por la «captación… por la situación» [2], por la captación de lo que se hizo posible, en el torbellino de lo nuevo, hasta el vértigo. [3]
La clínica deviene fundamental: una clínica que debe concebirse sin a priori. Como clínico, se trata de entrada de orientarse a partir de lo que nos revelan los que se embarcan en estas prácticas. Son los que recibimos quienes nos enseñan: los que toman los nuevos caminos de la procreación, los que actúan sobre su género, bigénero, géneros fluidos, a-géneros, los que desafían los puntos de referencia habituales y la diferencia de sexos y de generaciones.
Esto es tanto más sorprendente que las biotecnologías permiten una disyunción total entre naturaleza y cultura. Más concretamente un impacto de la cultura sobre la naturaleza. Una posición subjetiva puede realizarse concretamente en el cuerpo mediante el uso de las biotecnologías. Las tecnologías permiten forzar la naturaleza, llevan a producir un corte entre libido y naturaleza, que realiza una posible conexión entre la libido y la cultura. [4]
Al tocar el sexo, la procreación, el género, la sexualidad, también tocamos el lenguaje. La relación entre las palabras y las cosas ya no funciona, dando con un enlace imposible entre lo vivo y el lenguaje, una parada lógica en lo que escapa al logos. [5] Como hemos visto, mujeres son padres, hombres pueden ser madres, nos perdemos en la manera de cruzar identidad y sexualidad, es el caso de la paciente del proyecto transgénero que me dice que se enamoró de un transexual asexual. ¿Cuándo un a-género se enamorará de un a-sexual? ¡ Un nuevo tipo de malentendido ! En todo caso, las continuas reconfiguraciones de los vínculos entre la libido y la naturaleza, la naturaleza y la cultura, lo íntimo y lo político, no están exentas de malentendidos, ante los cuales podemos quedar perplejos.
Todos malentendidos
Para Lacan, el malentendido es de nacimiento: «¿Qué son todos ustedes sino malentendidos?» [6] El malentendido es de origen. Incluso podría verse como una versión del origen. Lacan hace su versión del trauma de nacimiento: «traumatismo, no hay otro: el hombre nace malentendido.» [7] Queda al sujeto construir sus propias respuestas frente al malentendido, es decir ante lo real de su origen. Pero el malentendido no se limita al nacimiento. Está ya en lo que precede: «El malentendido ya está desde antes», [8] escribe otra vez Lacan. El sujeto forma parte del «parloteo» de sus ascendientes, lo da a conocer y a su vez lo transmite.
Mediante el uso de biotecnologías, creemos que podemos modificar el destino, programarlo. Aquí nuevamente está el malentendido: el niño obviamente no será como queríamos programarlo desde el origen. Devendrá otro, distinto del que habíamos imaginado. Las modificaciones de las características de un organismo no prejuzgan en nada el sujeto que se deducirá de él. En cualquier caso, no se puede hacer del origen un destino.
La voluntad de dominar el origen puede conducir a una nueva versión del traumatismo de nacimiento – un traumatismo paradójico que resulta del hecho de ser programado ideal, de ser deseado perfecto, en línea con el enunciado paradójico de Lacan: «No hay otro traumatismo del nacimiento que nacer como deseado.» [9] Paradójico porque sabemos que otra versión de este traumatismo no es deseable, como lo señala Lacan a propósito de «la tendencia irresistible al suicidio» [10] de los niños más o menos caracterizados por el hecho de haber sido no deseados. Niños que intentan escapar de este rechazo a través de una vocación de hacerse desaparecer, de darse un origen en la desaparición.
Cualquiera que sea el caso, deseado a toda costa o no deseado, concebido de manera artificial o nacido de forma imprevista de una aventura sexual, librada al azar genético o programado, el niño en su futuro acaba inevitablemente escapando de lo que fue, incluso de lo que se creía controlado. Pero no escapa al malentendido, al malentendido que ya estaba ahí, presente en las generaciones anteriores, en los proyectos conscientes o inconscientes de sus progenitores, de los contextos propios de la sociedad en la que llegó al mundo. Su propio cuerpo puede hacer aparición en lo real como malentendido – como lo enuncia Lacan: « su cuerpo es el fruto de un linaje del cual una buena parte de sus desgracias se debe a que éste ya nadaba en el malentendido tanto como le era posible. […] Es lo que les transmitió ‘dándoles vida`, como suele decirse. » [11] El pasado y sus malentendidos se imponen, pero el futuro queda abierto, quizá gracias al malentendido. Esta podría ser la paradójica cuestión del malentendido.
Apostar por el malentendido
Pero, el malentendido del origen no siempre tiene reservado un destino tan fatal. El malentendido también puede conducir a una salida. Así, se podría distinguir un destino de vida y un destino de muerte del malentendido. Paradójicamente, la salida también pasa por el malentendido. Un malentendido no con el otro, sino más bien el reconocimiento de un malentendido consigo mismo. Un malentendido en sí mismo. Una separación en sí : que cada uno encuentre el punto singular, el punto de sorpresa, el punto de enigma, que lo hace único y diferente. Esto implica darse cuenta de que el malentendido está en sí mismo. Implica pensar que hay una exterioridad íntima a sí mismo, una parte de sí mismo que se nos escapa. Esto es lo que Lacan llamó extimidad: una parte de sí desconocida para el corazón de sí mismo. [12] Cuando intentamos captar lo que nos pasa, siempre queda un resto, una parte que escapa, una parte que es indecible. Lacan habla de una « vacuola » [13], de un vacío en el núcleo del ser, de un agujero que viene a descompletar el hecho de ser lo que uno cree que es uno mismo, así como el hecho de suponer que el otro es similar a uno mismo.
Por lo tanto, el resultado proviene paradójicamente de la separación, de una separación de uno mismo con el origen. Uno no puede advenir sino de lo que fue, pero para que ocurra no podemos quedar pegados a lo que fue, pegados al origen. La separación permite advenir como sujeto, pero también encontrar al otro más allá de los orígenes de cada uno. Una separación consigo mismo para encontrarse con el otro: tal sería la vía del malentendido de vida que se opone al malentendido de muerte, caracterizado por el hecho de que la identidad ha venido a ocupar el lugar de la brecha del origen.
Se trata por lo tanto de hacer con el malentendido original – hacer con el malentendido para abrir la vía de los posibles. Es lo que Lacan proponía a propósito del psicoanálisis frente al malentendido: « En cuanto al psicoanálisis, su hazaña (exploit), es explotar (exploiter) el malentendido. » [14] Servirse del malentendido para permitir a cada uno convertirse en el intérprete de su deseo de existir, más allá de su origen, más allá de la contingencia que ha presidido su llegada al mundo.
Traducción de Norma Lafuente
Revisión de Itxaso Muro
Publicado próximamente en Freudiana de la ELP-Cataluña.
Fotografía: ©Emmanuel Kervyn – http://emmanuelkervyn.canalblog.com/
[1] « Le chemin suivi par la civilisation aujourd’hui montre que le plus-de-jouir ne soutient pas seulement la réalité du fantasme, mais qu’il est en passe de soutenir la réalité comme telle. Cela peut se traduire, si l’on veut, dans les termes d’une réalité devenue fantasme. [“El camino recorrido por la civilización actual muestra que el más de goce no sostiene solamente la realidad del fantasma, sino que está en vía de sostener la realidad como tal. Esto se puede traducir, si se quiere, en términos de una realidad que deviene fantasma.”] » Miller J.-A., « Jouer la partie », La Cause du désir, n° 105, juin 2020, p. 28.
[2] En efecto, Lacan hace de « la captación del sujeto por la situación […] la fórmula más general de la locura », en: Lacan J., « El estadio del espejo » (1949), escritos, Madrid, Siglo veintiuno editores, 1971, p. 92.
[3] Ansermet Fr., La fabricación de los niños: un vértigo tecnológico, Buenos Aires, serie: Tyché, 2018.
[4] Cf. Miller J.-A., « Los seis paradigmas del goce », Freudiana nº 29, Buenos Aires, Paidós, 2000, p. 41.
[5] « […] el tope lógico de aquello que, de lo simbólico, se enuncia como imposible. De aquí surge lo real.», Lacan J., El Seminario, libro 17, El Reverso del Psicoanálisis (1969-1970), texto establecido por J.-A. Miller, Paidós, Barcelona, 1992, p. 131.
[6] Lacan J., « Le malentendu » (1981), Ornicar?, n° 22-23, 1981, p. 12. Disponible en español en : https://es.scrib.com/document/272568967/Jacques-Lacan-10-06-198
[7] Ibid.
[8] Ibid.
[9] Ibid.
[10] Lacan J., El Seminario, libro 5, Las formaciones del inconsciente (1957-1958), texto establecido por J.-A. Miller, Buenos Aires, Paidós, 1999, p. 253.
[11] Lacan J., « Le malentendu », op. cit., p. 12.
[12] Cf. Lacan J., El Seminario, libro 7, La Ética del Psicoanálisis (1959-1960), texto establecido por J.-A. Miller, Buenos Aires, Paidós, 1998 p. 171. Ver también Lacan J., « La instancia de la letra en el inconsciente o la razón de desde Freud » (1957), Escritos, Madrid, Siglo veintiuno editores, 197, p. 504: « ¿Cuál es pues ese otro con el cual estoy más ligado que conmigo mismo, puesto que en el seno más asentido de mi identidad conmigo mismo, es él quien me agita ? »
[13] Lacan J., El Seminario, libro 7, La Ética del psicoanálisis, op. cit., p. 184.
[14] Lacan J., « Le malentendu », op. cit., p. 12.