Del Nombre como ex-sistencia
La disyunción entre la parentalidad biológica y familiar se puede rastrear en distintas culturas, aunque se velase en la historia de Occidente “con un manto púdico”, hasta la irrupción de la ciencia en materia de procreación[1].
En ese sentido, una película sueca[2] muestra bien esa posibilidad de concepción de un hijo sin partenaire, cuestión nada rara desde hace tiempo, solo que aquí las futuras madres pueden seleccionar al dador de gametos a partir de la oferta del mercado, de un catálogo, atraídas por los rasgos físicos o las aptitudes de cualquier tipo que se promocionan y que serían transmisibles vía espermatozoide, por ese padre “real” como dice, no sin ironía, Lacan. El don llega por correo, en un tubito con las indicaciones, ya ni siquiera hay que pasar por el “acto” médico de inseminación.
Tomaré en lo que nos interroga como “¿Nombre del padre?” lo que Miller sitúa del Nombre en tanto ex-sistencia, en la elaboración que lleva a Lacan desde la incompletud del lugar del Otro a su inconsistencia, como una de las versiones que intentan situar la excepción[3].
Daré una nota clínica sobre este punto.
Animales fantásticos
Nico dibuja animales fantásticos y hasta ahora ha sido su único interés. Con sus 7 años el trazo es firme, los animales son todos diferentes en algún que otro detalle. En las entrevistas parece alelado, tarda en responder, aunque le gustan las precisiones, por ejemplo, cuando el adulto argumentó en su presencia que los compañeros le rechazaban, Nico dice que no es así, es que “yo quiero estar solo”.
Hijo único de una inseminación in vitro con donación de gametos anónima. Un bien muy preciado para la madre, lo necesita todo el tiempo, incluso por la noche para poder descansar. La constelación de su venida al mundo giró para la madre sobre la imperiosa necesidad de engendrar en el límite de sus posibilidades biológicas. La hormonación y la FIV le dieron la oportunidad, por lo demás cuestionable. Ella lo quería y así se hizo, o como dice Laurent: “el mercado lo permite y las normas lo autorizan -agregando- hay algo psicotizante en esta construcción de la familia”[4]. Su situación de precariedad económica y aislamiento social podrían haber alertado sobre esa demanda de tener un hijo, que no contempló la posibilidad de una elaboración subjetiva sobre lo que se jugaba para ella en ese momento.
En relación al niño, me pregunté por la producción espontánea de esos seres inexistentes. ¿Que es un animal fantástico? Un ser que no tiene existencia en la realidad, un ser que ex-siste. Miller nos da el ejemplo del unicornio, universal: “Existe nada más que el nombre del unicornio, y así el unicornio tiene, gracias a su nombre, una cierta existencia en el lenguaje, en las pinturas, en la imaginación … Se puede decir que – en cierta medida- existe mucho más que otros conceptos para los cuales hay ejemplares en la realidad. De tal manera que, por excelencia, el Nombre-del Padre es el Nombre como ex-sistencia”[5]. Los animales de Nico son de su propia cosecha, aunque encontremos rasgos del Tiranosaurio Rex u otros “lagartos terribles”, acompañados de un intento de invención nominativa.
Pluralización
¿Qué queda del padre como encarnación de la Ley del deseo, como instancia que -sea la sociedad que sea, matri o patrilineal-, introduce una regulación del goce?
Con Lacan, la pluralización de los Nombres del padre, forzó una investigación en toda regla sobre ese vacío central.
¿De qué modo se humaniza el deseo, cada vez, en cada sujeto, regulando el cuerpo y los vínculos? Pregunta asociada a otra, ¿qué lugar para el analista hoy? Cuando este debe responder a los desafíos de una época, que se aleja a marcha forzada de aquello que sostenía el tejido social en términos de tradición, linaje, y donde lo trans amplía su campo hacia la creación de un nuevo cuerpo biotecnológico, invención de un cuerpo y de un nombre, son las llamadas nuevas “especies”, que reivindican su derecho a no ser considerados 100 % humanas[6].
Introducción del dispositivo
Nico intenta una solución. Repite variaciones de lo mismo en bucle, sin salida: tótems majestuosos que cubren páginas y páginas. Si esa figuración se enmarca en el dispositivo analítico ¿podrá producir algo nuevo? Incluido su “quiero estar solo”, eco de los dichos de la madre, de la burbuja que esta construyó y desde la cual frenó toda intervención.
La posibilidad de que el niño tenga un nuevo partenaire se abre cuando Nico responde con un nuevo síntoma, se trata de un fracaso rotundo en los aprendizajes. “¡Ni siquiera escribe su nombre!” vociferó la madre indignada. Además, ante la presión educativa de esta, el niño se defiende con una violencia que la deja perpleja.
Es a partir de esto que la madre consentirá en traerle, atemorizada y preguntándose qué es lo que ha engendrado, “desconozco a mi hijo” dijo al comenzar la primera entrevista.
Fotografía: ©Pascale Simonet – https://www.pascale-simonet.be/
[1] Laurent, Dominique. “El deseo de hijo en la época de la ciencia: repercusiones éticas”. Revista Freudiana 91, RBA Libros..
[2] “La teoría sueca del amor”, Erik Gandini, 2016 (plataforma Filmin)
[3] Miller, J.-A. “Comentario de un fragmento del despertar de la primavera”, Ediciones Manantial.
[4] Laurent, D. Íd.
[5] Miller, J.-A. Íd.
[6] “Transespecie”, un ser formado por materia viva y dispositivos electrónicos y cuyo fin no es suplir una parte faltante o defectuosa del cuerpo.