El término de “disrupción” que orienta nuestra sección, significa según el diccionario Le Littré “ruptura”, “fractura” [1]. Considerado un significante maestro de nuestra época [2], le debemos a Jacques-Alain Miller que lo haya introducido en nuestro campo en dos ocasiones.
En su comentario del Seminario X La Angustia, utilizándolo como adjetivo, él habla a propósito de la angustia, como “irrupción disruptiva del objeto pequeño a” [3], con una “intrusión que induce ansiedad” [4]. Así se introduce entonces el paradigma del goce – bajo los rasgos del objeto a capturado como intrusivo y perturbador.
En su curso del 2011, El Uno solo, el término de disrupción destaca “el modo de entrada de la experiencia inolvidable del goce que será conmemorada por la repetición” [5]. Aparece de nuevo el paradigma del goce como lo que se experimenta en el cuerpo, pero tomada esta vez desde la raíz (el goce ya no está circunscrito al objeto a). Con respecto a esta experiencia, J.-A. Miller precisa que ella depende de la “efracción”, sobre un fondo de “ruptura” con “respecto a un orden preestablecido” [6], y añadamos que se desprende aquí una forma de abordar el goce fuera del Edipo y de la castración (como quiera que fuera abordado este último).
Enriquecido de estas dos referencias que se apoyan sobre el goce, podemos ahora interrogar y problematizar nuestro tema “Querer un hijo”.
El hijo como objeto a
Ya vimos que tomar el objeto a como brújula – con respecto al estatus del hijo, es orientarse a partir de la angustia, pero igualmente a partir del fantasma. Y si debiéramos escoger un solo texto de Lacan con respecto al tratamiento del niño como objeto, seria evidentemente, la “Nota sobre el niño” [7].
Este corto texto de 1969 se inscribe a la vez en una continuidad y una discontinuidad con la referencia a la metáfora paterna de 1958. Ya lo sabemos, esta última reposa sobre el padre como un nombre (el Nombre del Padre) que se sustituye a la madre como deseo (Deseo de la Madre) – los dos son significantes, metáfora obliga, siendo el resultado la emergencia del significante fálico (la significación de la castración). El niño pasará de la identificación al falo de la madre (si el deseo de esta responde a la ecuación freudiana pene [falo para Lacan] = niño) a su desidentificación [8].
En “la Nota sobre el niño”, el niño no es abordado a partir del falo (llamado también “objeto imaginario” en el seminario IV, La relación de objeto), sino desde el punto de vista del objeto a estrictamente hablando. Por lo tanto, si la cuestión es el deseo de la madre, este último será planteado a partir de su fantasma. El punto importante es saber si la significación fálica funciona (retomamos la referencia del 58), si así el niño obtura totalmente el deseo de la madre; en resumen, si ella está marcada por la falta. La referencia al padre (a su función) está igualmente presente, operando siempre como una “mediación” (incluso si el termino de Nombre-del-Padre está ausente). No detallaremos más, pero solo indiquemos que Lacan evoca la posibilidad que el niño sea el equivalente a un objeto real para la madre (en ausencia de mediación) [9]; objeto que no incluye el vacío de la castración (el menos-phi), que no se puede utilizar como “objeto transicional de la madre” [10] o de “fetiche normal” [11]. Ella es en cierto modo “toda madre”. Y por lo demás, en su texto Lacan evoca el caso del niño como objeto que “satura” [12] la falta de la madre. Se puede deducir una serie de consecuencias, como la angustia justamente – tanto la de la madre como la del niño, que surge cuando la falta falta [13].
Años después, en el Seminario “Aún”, Lacan retoma esta equivalencia niño – objeto a poniendo en tensión el desdoblamiento mujer/madre y evocando abiertamente el registro del goce – término que extrañamente esta ausente de la Nota: “Para este goce de ser no-toda, es decir, que la hace en alguna parte ausente de sí misma, ausente en tanto sujeto, la mujer encontrará el tapón de ese a que será su hijo” [14] ¡Un tapón muy relativo evidentemente! Destaquemos entonces esta última indicación como una brújula con respecto a nuestro tema y busquemos una doble referencia – a la vez en el fantasma y en el goce.
Una última palabra con respecto a la temática de la familia planteada en este texto. Conocemos el término “residuo” [15] que Lacan aborda con respecto a ello y que en el pasado trabajamos en nuestro campo [16]. Precisamente Lacan señala “el fallo de las utopías comunitarias” que proponen modelos que se inscriben “más allá del círculo familiar” [17]. Él recuerda entonces toda la vitalidad de la “familia conyugal” – entendamos una unión de dos, un marido, una mujer, familia nuclear podemos llamar, de la cual Lacan desprende la “función de residuo (…) en la evolución de las sociedades” [18]. Y es precisamente porque ella está en “estado de objeto a que se mantendrá” [19], especifica J.-A. Miller. Después, Lacan evoca la “constitución subjetiva” de un “irreductible de la transmisión”, a condición que aún así sea mantenida la relación “a un deseo que no sea anónimo” – precisión clínica importante consecutiva de dos otros temas, muy conocidos : un “interés singularizado” del lado de la madre, una “encarnación de la Ley en el deseo” [20] del lado del padre. Condiciones señaladas por D. Holvoet en su argumento y que deberán reevaluarse en relación al modo de “parentaje” en presencia. No vayamos más lejos sobre ese punto, pero subrayemos que es a través de esas condiciones que Lacan nos revela la lógica del núcleo familiar. Y destaquemos finalmente que estas dos dimensiones relativas a la madre y al padre ponen el acento sobre la necesidad de la presencia y la encarnación.
El evento del niño
Al orientarnos ahora con la segunda referencia de J.-A. Miller con respecto al término de “disrupción”, la referencia se convierte en el evento de cuerpo, y en filigrana en el sinthome. Se pueden hacer dos proposiciones.
Después de haber planteado la equivalencia niño/falo, luego niño/objeto a – llamado antes por Lacan “objeto tapón” como lo habíamos visto, propongamos una tercera variante evocando el niño como sinthome. Otra modalidad de partenaire, captado en el registro del goce – sin la referencia a la castración y al teatro edipiano – y bajo el anudamiento que se operaba entonces, entre los tres registros lacanianos (RSI). Modalidad del partenaire-estrago si acaso, para retomar el término utilizado por Lacan en dos ocasiones: para evocar una modalidad del lazo madre-hija (con una madre-estrago) [21] o del lazo hombre-mujer (con un hombre-estrago) [22].
Nuestra segunda propuesta invita a considerar la dimensión “evento” que constituye el niño a partir de tres tiempos: el momento de la decisión de tener un hijo, el anuncio del embarazo, y en fin el nacimiento del niño. Cada vez tenemos un momento de ruptura con un antes y un después.
Un último punto con respecto a la temática de la familia como esta perspectiva nos invita a abordarla, relacionado con el último y el muy último Lacan. Entre las indicaciones de Marie-Hélène Brousse con respecto a las nuevas formas de la espera de un niño como Uno-solo, como cuerpo hablante, destaquemos aquella donde ella señala que el término “progenitor” (“parent”) remplaza la distinción, el binario padre/madre [23], que el orden social remplaza el orden familiar (con sus semblantes); donde tenemos finalmente un anudamiento en vez de la transmisión, el derecho en vez de la ley, la autoridad [24].
Escribámoslo de esta manera:
¡Querer un hijo a toda costa!
Continuemos a problematizar nuestro tema tomando como brújula el concepto de goce que hace pareja con el de “querer”. Mientras que en el fantasma (deseo de la madre), nos situamos sobre un borde entre deseo y goce, podemos decir que aquí únicamente convocamos la dimensión pulsional.
Tenemos todos en mente el enunciado de Lacan a propósito de las mujeres, y recordado por J.-A. Miller “Todas quieren parir” [25]. Esta “aflicción” de Lacan se basaba en el hecho que el “volverse-madre” y el “ser-mujer” no se solapan en lo absoluto” [26], llevándolo a “lamentar, deplorar que sean tan madres” [27]. De ahí dos preguntas planteadas por J.-A. Miller: “¿No hay otra vía para una mujer que el deseo de un hijo, la voluntad de la maternidad?” [28]; “¿Es el hijo la vía más auténtica de la feminidad?” [29]. Conocemos muy bien la respuesta: no. En cualquier caso, señalemos el término de “voluntad” que no consideramos aquí como equivalente al “deseo decidido”. No se trata de oponerlos, sino de actar que el de “deseo viene a cubrir un querer gozar particular” [30] como lo subraya D. Holvoet en su argumento.
Sin duda podemos aproximar el verbo “querer” al término de “capricho” que también introduce al registro del goce. Es un término a partir del cual J.-A. Miller elabora una teoría, proponiendo responder a la célebre interrogación freudiana: “¿Que quiere la mujer?” (Ellas quieren todas parir, responde un poco irónicamente Lacan, acabamos de verlo). A esta cuestión, J.-A. Miller responde primero que ella “quiere querer” (vouloir), confirmando que: “Querer, el acto de voluntad, a considerarlo de cerca o desde nuestro punto de vista, es un goce.” [31] Hay el querer del sujeto y el del Otro, pero sin duda podemos adelantar que con respecto al niño, en el siglo XXI, es el primero el que predomina. Así introduce el término de “capricho”: “Es del lado de la mujer que la voluntad se deprende con un carácter absoluto, indefinido, incondicional, y esta se manifiesta en el mejor de los casos por el capricho.” [32] Se trata de lo incondicional de la demanda, precisemos, pulsional…
Esta dimensión del capricho está presente en Lacan muy temprano, precisamente en la metáfora paterna que evocamos brevemente a propósito del Deseo de la madre [33] – henos aquí una vez más, con la formalización que opone la ley (el Nombre-del-Padre) al capricho, y podríamos añadir, a lo sin ley (entonces lo real). Por lo tanto, entre las consecuencias del declive de la autoridad, de la ley, del padre, en fin, del orden simbólico, se suma “el ascenso al cenit social del objeto” [34] del capricho. Y por supuesto, las nuevas y numerosas técnicas de la procreación ofrecidas por la ciencia que pueden satisfacer ese capricho.
Entre las definiciones propuestas por el diccionario Littré al término de “capricho” a las cuales se refiere J.-A. Miller, detengámonos en esta: “El primer significado destacado es el capricho “como voluntad de repente que viene sin razón alguna”. [Él precisa:] Está muy bien dicho, y esto subraya el carácter imprevisto del capricho. Es la voluntad como evento repentino, imprevisto e irracional” [35]. Encontramos aquí, en cierta medida, la lógica de la disrupción. Enseguida, J.-A. Miller precisa el acercamiento entre el capricho y el imperativo categórico kantiano, ahí donde encontramos “la absolitud del “yo quiero”” [36]: “un verdadero capricho no se discute, no más que el imperativo categórico. Guárdense sus buenas razones [37]. Se manifiesta pues como un “sin razón”, como un enunciado que es un “objeto desligado”, sin que ninguna lógica pueda ser convocada. Y J.-A. Miller concluye: la fórmula que respondería mejor no es tanto la del fantasma cuanto la de la pulsión, es decir, de una voluntad propiamente “acéfala”, en la que el sujeto desaparece en tanto que es actuado (…) es un “yo quiero”, no “lo que pude ser la ley para todos”, sino “yo quiero lo que me pulsiona” ” [38]. Sin duda alguna, es importante que la dimensión del sujeto, totalmente evacuada, pueda ser reintroducida durante el encuentro con un psicoanalista, y correlativamente, la del deseo; ¡de este modo volver sobre los detalles personales que hicieron surgir ese “yo quiero” que se manifiesta como “sin razón”!
No querer un hijo
A lo opuesto de esta dinámica, encontramos la relativa a aquellos que no quieren de ninguna manera tener hijos y que quieren además que se sepa. Este movimiento tiene un nombre: el childfree (sin hijos por elección) a diferenciar de childless (sin hijos por obligación). La elección inicial se transforma en verdadera forma de vida, de goce. Existe por cierto una red mundial que reúne hombres y mujeres que comparten esa elección, esa identidad, con el objetivo de defender sus derechos [39].
Distingamos esta posición de aquella del no-deseo de hijo, como una elección no reivindicada como tal. Las razones son variadas y deben ser examinadas una por una y en relación a la dimensión del inconsciente (un rechazo inconsciente de hijo) [40], sin embargo, intentemos situarlo (del lado de la mujer). Surgen entonces muchas preguntas: ¿el rechazo de la maternidad tiene por causa, o por consecuencia, una búsqueda de feminidad? ¿Tendríamos entonces una auténtica feminidad? ¿Mientras que el precedente planteamiento (un hijo a toda costa) podía representar el paradigma del rebajamiento de la madre a la mujer, ¿el del childfree consistiría en el rebajamiento inverso? ¿Y cómo pensar la relación dialéctica entre madre y mujer cuando esa última desea hijos? En cualquier caso, consideremos que el rechazo de hijo, el rechazo de ser madre cortocircuita la ecuación simbólica propuesta por Freud y ya evocada (pene=hijo) – ecuación que retomamos aquí para cuestionar el deseo de la mujer y no el del hijo en su confrontación al DM (deseo de la madre) [41]. Y con respecto a la pregunta de la solución aportada al deseo femenino, podríamos evocar, con J.-A. Miller, un intento de querer ser “la Otra mujer” [42], de ser una “mujer-mujer”, en definitiva “la mujer-falo que se dedica al goce [y] que intercambia su falta por el significante grande Phi, F, del goce” [43]… Pero entonces no se entreabre una verdadera vía hacia el mas allá del falo.
Extensiones
Terminemos la presentación de esta sección teniendo como hilo conductor el goce a través de una propuesta hecha por Lacan en el Seminario XVI, De un Otro al otro con el fin de abordar, digámoslo lógicamente, la familia desde sus matemas. Él nos dice que las “relaciones tensionales infantiles que se han establecido del sujeto con respecto a un cierto número de términos, el padre, la madre, el nacimiento de un hermano o de una hermanita” [44] no deben ser considerados como “primitivos”, pues “no toman sentido y peso sino con respecto al lugar que toman en la articulación del saber, del goce y un cierto objeto” [45]. De esta manera, Lacan relativiza nuestro interés por la biografía o la historia del sujeto, que, así sea infantil, no es original. Lo que cuenta en prioridad es el “modo de presencia bajo el cual se le ha ofrecido [al niño] cada uno de los tres términos [S2, J, objeto a]”; donde yace, añade “lo que llamamos inadecuadamente la elección de la neurosis” [46].
El término de “presencia” hace referencia al deseo del padre y de la madre, y por consecuencia a la manera como “ellos han ofrecido al sujeto el saber, el goce y el objeto a” [47]. J.-A. Miller llega a esta conclusión: “Uno se debe preguntar, si por las funciones familiares entendidas en sentido amplio, lo que ha hecho familia par el niño y el lugar que ella soporta con respecto a sus relaciones fundamentales” [48]. Retengamos este sintagma “hacer familia”, para problematizarlo uno por uno a partir de los tres términos propuestos aquí por Lacan. Es de esta manera que podrá aparecer entonces, para un sujeto determinado, la base sobre la cual se pudo constituir su “familia particular” [49].
Tr : Carolina Aldana Nuñez
Releído : Itxaso Muro e Jean-François Lebrun
Fotografía: ©Silski Rachel – Facebook / Instagram
[1] Il vient du latin disruptus, participe passé du verbe disrumpere ou dirumpere signifiant briser en morceaux, faire éclater, rompre, détruire.
[2] Cf. article de Libération : « Que signifie vraiment disruption ou “disruptif” et pourquoi tout le monde en parle maintenant ? » https://www.liberation.fr/checknews/2017/10/13/que-signifie-vraiment-disruption-ou-disruptif-et-pourquoi-tout-le-monde-en-parle-maintenant_1652618/
[3] Miller J.-A., « Introduction au Séminaire L’angoisse », La Cause freudienne, no 59, 2005, p. 85.
[4] Ibid.
[5] Cf. Miller J.-A., « L’orientation lacanienne. L’Un tout seul », enseignement prononcé dans le cadre du département de psychanalyse de l’université Paris VIII, cours du 23 mars 2011, inédit.
[6] Ibid.
[7] Lacan J., « Note sur l’enfant », Autres écrits, Paris, Seuil, coll. Champ Freudien, 2001, p. 373-374.
[8] Dès lors, le phallus change de statut. Pour le dire vite : passant de la mère au père, il passe du statut de l’être à celui de l’avoir.
[9] Lacan J., « Note sur l’enfant », op. cit.
[10] Cf. Lacan J., « Allocution sur les psychoses de l’enfant », Autres écrits, op. cit., p. 368.
[11] Cf. Miller J.-A., « L’enfant et l’objet », La petite girafe, no 18, p. 8. Il précise : « Le fétiche infantile n’est normal que si l’enfant n’est pas tout pour le désir de la mère. »
[12] Lacan J., « Note sur l’enfant », op. cit., p. 374.
[13] Cf. à ce propos : Laurent É., « L’enfant à l’envers des familles », La Cause freudienne, no 65, mars 2017, p. 53. Il introduit le syntagme « enfant de l’angoisse » et évoque le cas où l’enfant est pris dans « la jouissance, la sienne et celle des parents ».
[14] Lacan J., Le Séminaire, livre XX, Encore, texte établi par J.-A. Miller, Paris, Seuil, coll. Champ Freudien, 1975, p. 36. Relevons qu’il poursuivra sur cette voie en 1975 qualifiant les enfants d’objet a (pour une femme). Cf. Lacan J., Le Séminaire, livre XXII, « RSI », leçon du 21 janvier 1975, inédit.
[15] Il nous dit : « La fonction de résidu que soutient (et du même coup maintient) la famille conjugale dans l’évolution des sociétés, met en valeur l’irréductible d’une transmission […] ». Lacan J., « Note sur l’enfant », op cit., p. 373.
[16] Les XXXVèmes Journées de l’ECF avaient pour thème « L’envers des familles » (21-22 oct. 2006). À ce propos, cf. la revue La Cause freudienne, no 65, mai 2007. Nous renvoyons particulièrement à deux articles : Cottet S., « Le roman familial des parents » & Laurent É., « L’enfant à l’envers des familles ».
[17] Miller J.-A., « Vers les prochaines Journées de l’École », Lettre mensuelle, no 247, avril 2006, p. 6.
[18] Lacan J., « Note sur l’enfant », op. cit., p. 373.
[19] Miller J.-A., « Vers les prochaines Journées de l’École », op. cit., p. 6.
[20] Ibid.
[21] Cf. Lacan J., « L’étourdit », Autres écrits, op. cit., p. 465.
[22] Ibid.
[23] Terme que Lacan utilise lui-même bien sûr, par exemple en 1977 lorsqu’il rappelle que « les analysants, eux, ne parle que de ça », entendons son rapport à ses parents « plus ou moins immédiat ». Lacan J., Le Séminaire, livre XXIV, « L’insu que sait de l’une-bévue s’aile à mourre », leçon du 19 avril 1977, inédit. Ornicar ?, no 17-18, p. 12. À ce propos, cf. Cottet S., « Le roman familial des parents », La Cause freudienne, no 65, mars 2007, p. 39-44.
[24] Cf. Brousse M.-H., Mode de jouir au féminin, Paris, Navarin éditeur, 2020, p. 19-55. Nous avons repris ici un certain nombre d’apports du 1er chapitre « Vider la mère ».
[25] C’est dans son cours de 1991-92 que Jacques-Alain Miller rappelait « l’affliction que Lacan exprimait dans un langage un peu vert : “Elles veulent toutes vêlerˮ ». cf. Miller J.-A., « L’orientation lacanienne. De la nature des semblants », enseignement prononcé dans le cadre du département de psychanalyse de l’université Paris VIII, cours du 20 novembre 1991, inédit. Repris (légèrement modifié) dans le texte « Médée à mi-dire », La Cause du désir, no 89, mars 2015, p. 113-114.
[26] Miller J.-A., « Médée à mi-dire », op. cit., p. 114.
[27] Cf. Miller J.-A., « L’orientation lacanienne. De la nature des semblants », op. cit.
[28] Miller J.-A., « Médée à mi-dire », op. cit., p. 114.
[29] Ibid.
[30] Cf. Holvoet D., « Vouloir un enfant ? Désir de famille et clinique des filiations », argument de Pipol 10, disponible sur internet : https://pipol10.pipolcongres.eu/presentation/
[31] Miller J.-A., « Théorie du caprice », Quarto, no 71, août 2000, p. 6.
[32] Ibid.
[33] Cf. Lacan J., Le Séminaire, livre V, Les Formations de l’inconscient, texte établi par J.-A. Miller, Paris, Seuil, coll. Champ Freudien, 1998, p. 179-196.
[34] Lacan J., « Radiophonie », Autres écrits, op. cit., p. 414.
[35] Miller J.-A., « Théorie du caprice », op. cit., p. 6.
[36] Ibid., p. 9.
[37] Ibid.
[38] Ibid.
[39] Tout d’abord l’organisation nationale des Non-Parents aux USA (1972), puis l’organisation No Kidding ! International au Canada (1984) et enfin l’Union des chilfree francophones en 2014, https://fr.wikipedia.org/wiki/Sans_enfant_par_choix
[40] Cf. à ce propos le texte très éclairant de J.-A. Miller, « Mèrefemme ». Il propose au moins trois voies afin d’approcher ce non-désir d’enfant. Miller J.-A., « Mèrefemme », La Cause du désir, no 89, 2015, p. 115-122.
[41] Pour rappel Freud nous dit : « La libido de la petite fille glisse maintenant ‒ le long de ce qu’on ne peut appeler que l’équation symbolique : pénis = enfant – jusque dans une nouvelle position. » Freud S., « Quelques conséquences psychiques de la différence anatomique entre les sexes » [1925], La vie sexuelle, Paris, Puf, 1995, p. 130. Ainsi l’envie de pénis, le désir vers le pénis devient le désir d’enfant. Il y a substitution, d’où cette écriture proposée par J.-A. Miller : E/‒ φ (« Enfant comme métaphore de moins phi ») : cf. Miller J.-A., « L’orientation lacanienne. Donc », enseignement prononcé dans le cadre du département de psychanalyse de l’université Paris VIII, cours du 26 janvier 1994, inédit.
[42] Miller J.-A., « Mèrefemme », op. cit., p. 121.
[43] Ibid.
[44] Lacan J., Le Séminaire, livre XVI, D’un Autre à l’autre, texte établi par J.-A. Miller, Paris, Seuil, coll. Champ Freudien, 2006, p. 331-332.
[45] Ibid., p. 332.
[46] Ibid.
[47] Ibid.
[48] Miller J.-A., « Une lecture du Séminaire D’un Autre à l’autre », La Cause freudienne, no 66, mai 2007, p. 88.
[49] Syntagme de Lacan, cf. Lacan J., « Conférences et entretiens dans les universités nord-américaines », Scilicet, no 6/7, Paris, Seuil, 1975, p. 38-41.